La dieta. Secretos de terapia.

26.04.2018

¿Cómo preparar tu mente para una dieta? ¿Por qué fracasan las dietas?

Las dietas que no tratan los aspectos emocionales terminan en fracaso.

Si el aspecto motivacional resulta clave en el inicio y mantenimiento de una dieta ¿Por qué la mayoría de las dietas se centran en aspectos nutricionales y no emocionales?

Sabemos que los Trastornos del comportamiento alimentario (anorexia, bulimia, adicción a la comida...) están generados por una conjunción de factores no solo fisiológicos, sino también cognitivos, emocionales, familiares y sociales. ¿Por qué las dietas no se abordan desde esta perspectiva?

Los Trastornos del Comportamiento Alimentario en España oscilan ya entre un 4,1% y hasta un 6,4% de la población, siendo las mujeres el grupo más afectado. Según la OMS el 16% de la población infantil en este país es obesa.

Los tratamientos que tienden a cronificar la situación son tratamientos que generalmente se basan únicamente en el control, sin facilitar un desarrollo cognitivo ni incluir los aspectos emocionales.

La relación que tienes con la comida es similar a la relación que tienes con el mundo y con la vida. ¿Te la comes a bocados? ¿No te sacias y necesitas cada vez más? ¿Comes de forma "compensatoria"? ¿Te sientes culpable cuando comes mucho? Nada te colmará, porque el alimento que necesitas no pertenece al ámbito de lo material sino anímico. La soledad, la tristeza o el aburrimiento pueden estar sepultados temporalmente por la comida.

¿Qué aspectos motivacionales te pueden ayudar en una dieta?

  • Poder elegir: La elección crea empoderamiento. Una dieta tiene más probabilidades de éxito si te permite elegir entre una amplia gama de alimentos, en lugar de restringirte la elección. En tanto en cuanto tu puedas tomar decisiones, no te sentirás esclava de la dieta, sino que podrás incorporarla a tu nueva forma de vida. Una dieta que te educa a comer mejor, te ayuda a elegir y no a cumplir con un listado de alimentos
  • No te plantees como objetivo bajar de peso. Los objetivos formulados en negativo (bajar de peso, disminuir michelines, consumir menos calorías...), tienen menos probabilidad de éxito que los objetivos formulados en positivo.  Restar eliminar, en lugar de transformar. El objetivo de una dieta no es bajar peso, sino todo aquello que te reportará una forma saludable de relación con la comida y en definitiva contigo mismo. Así que si formulas los objetivos en positivo te será más fácil motivarte: sentirte mejor con tu aspecto, con esos jeans, sentirte más ligero, más atractivo, más sano o ser capaz de subir las escaleras sin ahogarte.
  • Crea hábitos: El hábito es una fuerza poderosa en cualquier sistema motivacional, cuesta instaurarlo, pero cuando se instala no hay manera que desaparezca. Introducir hábitos de forma paulatina en lugar de que forma abrupta te ayudará. Por ejemplo, cambiar el bollo por fruta en el desayuno es algo que te puede costar al principio, pero será más fácil introducir esto que cambiar toda tu dieta y una vez el hábito de comer fruta se instale, será difícil dejarlo.
  • Busca tu motivación interna: Un error habitual es hacer las cosas por los demás o para que los demás te muestren su aprobación. Hay personas que hacen dieta para gustar a los demás y no para sentirse bien consigo misma, por lo que las recaídas son habituales en cuanto se dan cuenta que no obtienen la gratificación que buscaba de forma externa. Si este es el caso, perder kilos no te proporcionará una autoaprobación. Si la dieta la acompañas de un proceso de mejora de tu autoestima, todo tu sistema emocional trabajará para que el cambio sea estable e interno.
  • Conocer tu relación con la comida: Los personas con problemas de peso, tienen que saber que el trastorno alimentario puede haber sido la manera de enfrentar sus sentimientos y emociones negativas, sus miedos, sus supuestas deficiencias. La clave es entender y tomar conciencia de porque durante un tiempo se te ha ido la mano con esa tarta de chocolate de tu madre que está de vicio. En cada persona cumplirá una función diferente. En algunas personas esa tarta compensa aquello que te cuesta darte a ti mismo. La tarta te puede venir bien después de un día de duro trabajo, en lugar de descansar. El problema es cuando esto se convierte en un hábito y sustituyes el descanso por la comida. Otras personas comen más cuando padecen ansiedad, otras cuando les embarga la tristeza. Lo lógico será tratar entonces dichos problemas y no reducirlo a tratamiento nutricional, sino también emocional.
  • Cambio global: Una dieta tiene más probabilidades de éxito si va acompañada de otros pequeños cambios que te hagan sentirte bien. Permitirte una siesta, disfrutar de un paseo, charlar con amigos o concederte cualquier capricho (no en forma de atracón) te harán sentirte mejor.  Introducir cambios en distintas áreas de tu vida ayudará a acentuar un proceso de transformación. Se trata de propiciar un cambio en tu estilo de vida, más que simplemente bajar kilos.

La alimentación puede ser fantástica, nos relacionamos y vivimos en torno a ella. La comida es celebración, es vivir, es tradición e innovación. Disfrútala de forma sana y...

Feliz Viaje.